sábado, 9 de junio de 2012

Una vergüenza que nos acompañará siempre


El artículo de hoy poco tiene que ver con la actualidad económica, social y política que nos invade día tras día, más aún en momentos donde el debate sobre el rescate del sistema financiero español ocupa las portadas de todos los medios de comunicación. Pero siempre he escuchado que para entender el presente es totalmente necesario conocer el pasado, y desde hace mucho me ha causado un tremendo interés lo acontecido en España durante los años de la dictadura franquista y la Transición a la democracia.

El debate sobre este tema siempre encuentra puntos de vista totalmente distanciados, provocado sobre todo por el desconocimiento. Y quizás uno de los que menos debiera plantear discusión sería la figura del “Generalísimo”. De hecho, pudiera ser que para algunos, plantear siquiera cierto debate sobre lo que supuso el nombrado personaje para los españoles sea algo más que una broma pesada. Pero la realidad es que algunos sectores de nuestra sociedad aún luchan por defender la labor que el dictador jugó en la vida de nuestro país.

Lo sorprendente es que entre este último grupo de iluminados se encuentran parte de aquellos que deben contarnos a todos lo ocurrido en España a lo largo de su Historia, es decir, los académicos de la Real Academia Española de Historia. La noticia tuvo gran importancia hace poco más de un año, cuando se presentó el diccionario biográfico que esta academia se encargó de elaborar, previo pago de más de 6 millones de euros del erario público. Fue tal el escándalo a raíz de ciertas descripciones, en especial la totalmente benévola que se le dedicó a Franco, que los fondos para elaborar el resto del diccionario fueron congelados. Pero el nuevo Gobierno, como era de esperar, ha decidido descongelar esos fondos y continuar con el desarrollo del diccionario sin corregir prácticamente nada.

A mi parecer, lo más grave y lamentable no es que un historiador de esta academia arcaica y conservadora, vinculado a la Fundación Francisco Franco para mayor gloria, quiera quitarle importancia a los indudables daños que el dictador causó a los españoles. Ni siquiera que quiera hacerlo parecer un valiente guerrero que quiso restaurar la democracia que peligraba por un gobierno caótico. Lo realmente preocupante y deleznable es que haya ciertos sectores de la sociedad española que compartan esta teoría. Y que estos sectores no sean radicalmente minoritarios.

Por todo esto, nunca está de más recordar de vez en cuando que es lo que ocurrió durante todos esos años, y que consecuencias tuvo la dictadura franquista para el desarrollo económico y social de España. Ya conocemos su inigualable labor a la hora de construir pantanos, así como el gran esfuerzo de su esposa inaugurando cada uno de ellos con un collar de perlas nuevo. Pero podemos ir un poco más allá.



Para empezar, quienes comienzan a explicar la figura de Franco a partir de la dictadura se equivocan. Este señor bajito fue, antes que nada, un golpista fracasado. Así fue, porque lo que hizo junto con otros generales como Mola o Sanjurjo fue provocar un levantamiento militar contra el gobierno republicano elegido en las urnas. No es momento para analizar el estado en el que se encontraba el gobierno cuando se produjo el golpe de estado, pero para quien le interese puede informarse acerca del gran avance durante los años de la II República en temas como culturización de la sociedad o derechos sociales (igualdad de género, laicismo, libertad de expresión,...).

Y digo fracasado porque el golpe de estado no tuvo éxito, lo que condujo a una lamentable Guerra Civil en la que se enfrentaron los que defendían el régimen establecido en las urnas y los que apoyaban la sublevación militar. Esos años, los más negros de la historia reciente de España, no tienen lugar a análisis. Todos sabemos que los que participaron en esa barbarie lo hicieron movidos por intentar salvaguardar a sus familias, mucho más que por motivos ideológicos. Lo cierto es que la guerra tiene lugar por el golpe de estado perpetrado, entre otros, por Francisco Franco.

Tampoco fue un líder carismático, ídolo de masas como algunos quieren hacerlo ver. En realidad, si llegó a encabezar el bando nacional fue por una serie de infortunios (afortunado él) como las “accidentales” muertes de los antes nombrados generales Mola y Sanjurjo. Oficialmente las causas de sendos accidentes de aviación fueron el temporal y el exceso de equipaje, respectivamente. Si hay algo más detrás de todo, será difícil que lo sepamos algún día. Sinceramente, no me importa lo más mínimo.

Ciertos sectores intentan restar importancia a la masacre que supuso la Guerra Civil, argumentando que se cometieron locuras por los dos bandos. Partiendo de la base de que el origen de la guerra viene causado por el intento de golpe de estado fallido, intentar quitar importancia a medio millón de muertos y un país destrozado es una tarea harto complicado. Es más, los que argumentan esto lo hacen pensando que así ensalzarán la figura del Caudillo, intentando equipararlo con los líderes del bando republicano. Pero nada más lejos de la realidad.

Dejando de lado las actuaciones durante la guerra, lo cierto es que los años más oscuros del franquismo vienen justo después. De hecho, la represión del bando vencedor es equiparable a cualquiera de las más duras a lo largo de la historia. 1.000.000 de exiliados, 150.000 asesinatos y 200.000 desaparecidos son sólo cifras que no muestran la crudeza y el miedo instaurado en nuestro país durante aquellos años. Ideología de izquierdas, pasividad durante la guerra, homosexualidad, …, son sólo algunos ejemplos de los motivos por los que los españoles podían ser encarcelados o asesinados. Tan duro como eso, no debemos olvidar que el principal responsable de este sinsentido fue el dictador.

Tampoco debemos olvidar una característica que persiguió a los españoles durante casi cuarenta años: la ausencia total de libertad. Prohibición de partidos políticos, censura de los medios de comunicación, sindicatos verticales (o lo que es lo mismo, ausencia de ellos) o eliminación del derecho de reunión, decisiones que aseguraban el total control de la información por parte de la dictadura. Una vez más, el principal responsable fue el dictador.

Otro aspecto que es muy utilizado por parte de los defensores del régimen es el tema económico. Seguro que todos hemos escuchado alguna vez que España prosperó económicamente durante los años de dictadura. Nada más lejos de la realidad. La política económica de la época siguió el modelo de autarquía. Se basaba en la intervención directa del Estado en asuntos económicos y en la autosuficiencia económica que limitaba el comercio con el resto del mundo. Debido a esto no pudimos aprovechar el Plan Marshall, como si lo hicieron el resto de democracias occidentales. No fue hasta principios de los años sesenta, con la llegada de los llamados tecnócratas al Gobierno, cuando se desarrolla un plan de estabilización que contempla la apertura del país en el aspecto económico. Aunque a partir de entonces el crecimiento fue palpable, habíamos acumulado más de 20 años de desventaja con nuestros vecinos, los cuales llevamos arrastrando desde entonces.

Como decía al principio, quizás para algunos este artículo reabra un debate ya enterrado, pero lamentablemente creo que los españoles aún no han superado esta etapa como debíamos. De hecho nunca lo intentamos, pues el dictador no fue derrotado por el pueblo, sino que fue venerado por muchos hasta después de muerto.

Un país donde el jefe de Estado sigue siendo el que eligió el dictador. Un país donde a la más mínima las banderas y los símbolos franquistas salen a la calle con total impunidad. Un país en el que hasta hace bien poco calles y estatuas rendían homenaje al Caudillo y otros muchos asesinos como él. Un país, sin ir más lejos, donde el hombre responsable de la muerte, desaparición y persecución de miles de sus ciudadanos dispone de un gran mausoleo en el que se encuentra enterrado, y donde pueden ir a rezarle con el brazo en alto imbéciles de todo tipo. Un país donde algunos miembros del partido gobernante se niegan aún a condenar la barbarie que supuso la dictadura, cuando no defienden abiertamente la figura de Franco. Un país en el que, mientras el dictador descansa en el Valle de los Caídos, sus víctimas siguen enterradas en cualquier cuneta sin poder ser reconocidos por sus familiares. Y un país donde la justicia no permite que se haga justicia en este aspecto, acusando al juez que lo intenta de prevaricación por no se cuantas gilipolleces. Un país así es, por tanto, un país que no ha sabido pasar las páginas más negras de su historia como es debido. Y eso, desgraciadamente, es una vergüenza que nos seguirá acompañando con el paso de los años.

@Elfara_chico


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